LIBROS
Te lo cuento a vos
nadie lo sabe
el abuelo asesinó a un hombre
para vengar al hermano
lo ayudaron a escapar
y cuando ella llegó
a bordo del pájaro enorme
escribí
pero no entendía
las palabras ni los llantos
se me volvió veneno
el azúcar en la sangre
te lo cuento a vos
y le cerramos los ojos
ellos no deben escuchar
las voces que rompí
no menciones el veneno
ni al hermano
ni las aves
no cuentes los pedazos
que yo perdí
y lloré
por pudor
tengo que remontar el río
y planear esta historia
como un animal sin nombre
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NUDOS EN EL AGUA
Apoya la boca
en el ojo de estaño
el aire es su eje
circuito sin ancla
bosqueja columnas
insufla/retiene
astillas desnudas
de antigua aleación
el aire es un río
fragua sin nodo
soga de viento
para un aria demudada
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DE LA INEXISTENCIA DE UN AROMA Y UNA PIERNA
Hoy murió, a las diez de la mañana,
el hermano de mi madre.
Lo hizo esta vez completamente,
su pierna derecha había muerto solitaria
algunos años antes.
Es posible que fuera la izquierda,
pero no es esto crónica,
y a los efectos del verso
es sin duda mejor mantener
-aunque dudosa-
la derecha ausencia intacta.
Ya Bayley hizo trepar a ese hombre
por la pared al piso trece,
y no le puso obstáculos en el camino
cuando se detuvo a aspirar
el improbable olor
de hortensias y malvones.
Así yo,
amparada en la impunidad del poeta,
preclara,
sin ambigüedades,
me dispongo a amputar
la pierna equivocada de mi tío muerto
a las diez de la mañana,
el hermano de mi madre.
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EQUIPAJE DE MANO
El instante de agua diáfana
en que vi nítidos mis pies
la repetida maniobra
de una cuerda
al aire perdida
presunción
que vibra
y se desarma
letra
a letra
imperceptible
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EL INSTANTE
Me pregunto
Elena
dónde quedó
esa voracidad salvaje
con la que comías
pétalos de tulipanes
dónde
la navaja
de tus dientes
yo como entonces
aún miro el color
que dejó en mis dedos
el polvo del ala
de aquella mariposa
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CONJETURA
Tal vez sea tu voz
el color de un melisma
pautado bocca chiusa
y consista el herético
secreto de tu canto
en madurar orquídea
las raíces al aire
amante de la sombra
Tal vez sea tu brillo
ese extraño fulgor
que sólo se conoce
con los ojos cerrados
luego de sostener
inmóvil la mirada
durante unos instantes
en la luz de la luz
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CAEN
Caen
los segundos
limpios
rigurosos
caen
precisos
uno de espaldas a otro
caen
un bautismo
incesante
metronómico
caen
ajenos al desorden de los cuerpos
sádicos
hipnóticos
caen
desde su centro
con ignorancia sorda
y eluden devociones
caen
hacia atrás
ausentes de furia
o ficción
caen
en ocasiones
cuchillos diminutos
caen
otras veces
zapatillas de punta
sutiles
translúcidos
pero caen
aguijones
sin sonido
caen
y horadan lóbulos
de rojas piedras vivas
caen
a esa zona voluble
que
gime
canta
llora
sólo caen
caen
caen
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CIRUELAS
hay un árbol solo
en el fondo
del jardín de Adela
a veces
cuando están moradas
negras
furiosas
caen sus ciruelas
se les raja la carne
en cristales de melaza
el jugo se vuelve barro
de pulpa pasada
vieja
sólo lamer
oruga
esa tierra
develar
el secreto vegetal
que guarda
el lodo en la boca
dulce barro del fondo
cristales
del jardín
de Adela
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Blüthner
llevo
tus martillos
en la yema de los dedos
por canales abiertos
en una porción de felpa
tímpano
laberinto
los marfiles
las horas
otear desde tu puente
el horizonte inútil
el frenesí tensando
locas
clavijas
cuerdas
mecerme
o
golpearte
lenta
tu curva
mi cunatumba
negra
LO QUE SE NOMBRA